
Esta fotografía de Juan Pérez Terrero muestra al dominicano Jacobo Rincón que enfrenta a un Marine estadounidense durante la revolución de 1965 en Santo Domingo. Los fotorreportajes de Terrero dieron a conocer la realidad de esta isla en el Caribe en un momento cuando Estados Unidos tenían más tropas en Dominicana que en Vietnam.
por Tim Shenk
Coordinador, Committee on U.S.-Latin American Relations (CUSLAR)
Este artículo fue publicado originalmente en inglés en la página de TeleSUR.
El 24 de abril se conmemora el 50 aniversario de la revolución de 1965 en la República Dominicana, un hito no sólo para el pueblo de esa isla caribeña sino también para muchas personas en Estados Unidos que llegarían a criticar el rol de su gobierno en América Latina.
La revolución de ’65
El 24 de abril del 1965, el pueblo dominicano salió a las calles de Santo Domingo para derrocar el triunvirato militar que 19 meses antes había sacado del poder presidencial al democráticamente elegido Juan Bosch. La guerra que comenzó llevó a la luz pública las divisiones entre las instituciones del país y entre las fuerzas armadas. Generales todavía leales a la dictadura de Rafael Trujillo del 1930 al 61, enfrentaron a la rebelión constitucionalista popular encabezada por el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) de Bosch, el Movimiento Popular Dominicano (MPD) de tendencia maoista, el pueblo marginado y muchos soldados de bajos rangos de las fuerzas armadas. Los constitucionalistas fueron guiados por el colonel y revolucionario Francisco Caamaño.
Los constitucionalistas, denominados así por su objetivo de reponer al presidente Bosch y la constitución populista de 1963, tomaron el Palacio Nacional y las armas colocadas en la Fortaleza Ozama. Luego se prepararon a defenderse ante los ataques terrestres y aéreos de las Fuerzas Armadas Dominicanas.
Luego de cuatro días, el presidente estadounidense Lyndon Johnson decidió intervenir. El 28 de abril, se desembarcaron 42 mil Marines, bajo el pretexto de proteger las vidas y los intereses de Estados Unidos. Tenía además el motivo implícito de “prevenir la emergencia de una segunda Cuba en América Latina”. Aunque la intervención militar tuviera precedente en la historia gringa, esta presencia militar masiva sorprendió porque era más amplia incluso que la fuerza invasora que este país manejaba en Vietnam en aquel momento.
Los Marines se unieron a los trujillistas, lo que afectó el momentum constitucionalista y llevó a las negociaciones que terminaron en la elección sangrienta y fraudulenta de Joaquín Balaguer en junio de 1966. En los primeros seis meses de ese año, el Partido Reformista de Balaguer, junto al ejército, habían dirigido una campaña de terror que asesinó a 350 dirigentes del PRD, el MPD y otros partidos de izquierda para asegurar la victoria. El mismo Bosch no podía salir de su casa para participar de su propia campaña presidencial, por la amenaza de muerte.
Una respuesta: Se funda el CUSLAR en Ithaca, New York
En 1965, una respuesta a la revolución truncada en la República Dominicana fue que estudiantes de Cornell University, juntos al pastor universitario Bill Rogers, fundaron el Comité de Relaciones Estados Unidos con América Latina (CUSLAR) en Ithaca, New York. Muchos de los fundadores habían estado en Brasil en 1964. Fueron testigos del caos causado por el golpe de estado apoyado por la CIA contra el gobierno democrático de João Goulart. Los y las estudiantes de Cornell University sintieron la misma rabia nuevamente en abril del ’65 cuando su gobierno contribuyó a la desmantelación de un proceso democrático y apoyó a una nueva dictadura en beneficio a las élites económicas.
El CUSLAR asumió un fuerte liderazgo en la educación de estudiantes y el público estadounidense en general, sobre la política exterior de su gobierno y los vínculos entre el estado y los intereses de las élites. El aprender que sus impuestos aportaban a la represión y los asesinatos políticos, llevó a muchas personas a una postura radical. Ya para 1968, Rogers y otros estaban llamando a un “nuevo internacionalismo, confiando de que podamos estrechar la mano y encontrar otras manos que trabajen con nosotros en la lucha por la justicia en el hemisferio”.
Rogers reflexionaba sobre la necesidad de que el pueblo estadounidense se uniera a la lucha por la justicia en América Latina: “El uso del poder americano en Latinoamérica es, para los norteamericanos, un tema de interés nacional. Cuando a estudiantes norteamericanos les preocupan los problemas de desarrollo en Latinoamérica, cuando se preocupan por la manera en que están involucrados su gobierno, y las corporaciones, fundaciones, universidades e iglesias estadounidenses, ni están dando la espalda a los problemas domésticos ni se están metiendo en los asuntos de otros. Están actuando como ciudadanos y ciudadanas críticas de un poder imperial. No son responsables de que Estados Unidos sea un poder imperial, pero tienen que comprender el hecho de que lo es”.

Dominicanos y dominicanas protestan la decisión de la Suprema Corte de Justicia de no investigar el caso de fraude y enriquecimiento ilícito del senador Felix Bautista.
La fantasma de la intervención todavía recorre la isla
La intervención militar estadounidense del 1965 ha dejado una larga sombra sobre el último medio siglo en la República Dominicana. En ese sentido, el pasado no está muerto, y ni siquiera ha pasado. El pueblo dominicano todavía vive con las cicatrices de la intervención que abrió camino para la régimen de Balaguer.
Con el apoyo tácito de la administración de Johnson, Balaguer presidió otra época traumática de la historia del país, conocida como “los 12 años”. Estos años de la nueva dictadura de facto decimó sistemáticamente los movimientos opositores. Balaguer intentó borrar a todas las voces que lo oponían, llegando a eliminar a más de 3 mil dirigentes populares en los primeros cuatro años. Envió agentes tan lejos como a Bruselas para asesinar a Maximiliano Gómez, dirigente del MPD, mientras estaba en el exilio en 1971.
Una nueva generación de resistencia
Hoy, aunque pocos textos sobre los movimientos sociales en América Latina hacen mención de la República Dominicana, la llama de resistencia sigue encendida. Dirigentes populares que se formaron durante la revolución, o en las luchas contra el terror estatal de Balaguer de los 1970, o en la oposición a los ajustes estructurales de los 1980, animan a una nueva generación de jóvenes, que levanten sus voces en contra de las violaciones de los derechos humanos, la impunidad y la corrupción.
En las últimas semanas, movilizaciones masivas y huelgas en todo el país han denunciado la decisión de la Suprema Corte de Justicia de no investigar el origen de aproximadamente 40 mil millones de pesos dominicanos -900 millones de dólares- que posee el senador dominicano Félix Bautista. Bautista ha sido un asesor cercano a Leonel Fernández y ha ocupado puestos públicos durante las últimas dos décadas. Fue acusado por la Procuraduría General de la acumulación ilícita, el fraude y el lavado de dinero.
Además, los movimientos sociales dominicanos han parado operaciones de minas en el Parque Nacional Los Haitises y más recientemente en Loma Miranda en la Cordillera Central.
Ha emergido desde variados sectores sociales, fuertes voces que reclaman la justicia para dominicanas y dominicanos de ascendencia haitiana. Entre otras, se han destacado las y los mismos jóvenes marginados, la comunidad jesuita y docentes y estudiantes de la Universidad Autónoma de Santo Domingo.
El CUSLAR está celebrando 50 años de fundado, y ahora como al comienzo, nuestro aporte tiene que ver con la formación. Educamos al público sobre las raíces de las desigualdades estructurales y la represión política que puede resultar de tratar de mantener condiciones inaguantables. Desde la crisis de la economía global de 2008, se ha puesto más claro que la desigualdad no es un problema únicamente de Norte y Sur, sino también es la extrema concentración de riquezas y el aumento de pobreza hasta en los países del Norte.
Las luchas del pasado y presente en la República Dominicana -así como las demandas de maestros, inmigrantes y trabajadores de la comida rápida en Estados Unidos- señalan la necesidad de “globalizar la lucha, globalizar la esperanza”, según dice el Movimento Sem Terra de Brasil. Que por fin podamos enterrar un pasado de desigualdad y violencia. Construyamos juntos y juntas un movimiento que garantice el derecho de todos los pueblos, de gozar de una vida en dignidad.
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Tim Shenk es el coordinador del Comité de Relaciones de Estados Unidos con América Latina (CUSLAR), y vivió 5 años en la República Dominicana donde era partícipe de la organización Justicia Global. CUSLAR es una institución educativa independiente con sede en Cornell University, en Ithaca, New York, Estados Unidos. Fundada en 1965, CUSLAR busca promover la justicia y una mayor comprensión mutua entre los pueblos de Estados Unidos con América Latina y el Caribe. Es parte de la Nueva Campaña de las Personas Pobres.